Editorial 43° FCIU

No somos pocos, somos muchos. Y no solo somos muchos, sino que, además, tenemos razón. En un entorno global en el que la cultura es sistemáticamente relegada, donde prácticamente ya nadie pregunta acerca de qué harán los gobiernos en materia cultural, donde se reivindica la ley del más fuerte contra la protección de los derechos y la lógica del mercado como bien supremo; una cinemateca. En un ambiente de creciente valorización del enriquecimiento rápido, especulativo y sin esfuerzo, del individualismo rampante, de presidentes que estafan y presidentes que amenazan a sus vecinos, de sistemas de comunicación que medran azuzando lo peor del ser humano; un festival de cine. Puede parecer ridículamente poco, pero es en los débiles que está siempre la esperanza. No deberíamos olvidarlo.

Para todos los que trabajamos en la Cinemateca, el 2024 nos pareció un año que no terminaba nunca. Fue un año muy duro. Un año en el que aquellos que desde la gestión pública nacional debían ayudarnos a cumplir con nuestra función, hicieron todo lo que estuvo a su alcance para debilitarnos, financiera, patrimonial y moralmente. Un año en el que no solamente se nos retacearon los recursos que genuinamente el Parlamento había votado para apoyarnos sino, sobre todo, en el que se le faltó profundamente el respeto a nuestro trabajo y a nuestra historia.

Pero aquí estamos todavía: la prueba viviente de que los hombres pasan y las instituciones quedan. Pero el fin del respeto, el fin de la honorabilidad, el fin de la lisa y llana decencia es un fenómeno global que empezó por naturalizarse en las redes hasta que lograron que perdieran su valor social.

Pero la sociedad va a reaccionar. Y esa reacción no puede menos que provenir de la cultura, como lo ha demostrado esta Cinemateca el pasado año, sola contra el poder del Estado, del mercado, de los confundidos y de los oportunistas de siempre.

Cada año Cinemateca lo comienza –dicen que en Uruguay empieza después de turismo– con un estallido de sí misma: trece días de festival, centenares de películas, presentaciones, veinticinco mil espectadores, talleres, charlas, jurados, de correr de sala en sala. Trece días dedicados al cine y a la cultura.

Este 2025 es, sin lugar a dudas, un año lleno de desafíos para nosotros y lo comenzamos reafirmando nuestra capacidad de gestión, trayéndoles, a pesar de todas las dificultades, un festival impactante. Reafirmamos, además, nuestro rol no solo como uno de los centros culturales más importantes del país sino como el principal archivo fílmico del Uruguay –ese que al mismo tiempo que se le recortan sistemáticamente los recursos se lo acusa de “no cumplir con los standards internacionales”. Como tal, seguiremos manteniendo nuestra independencia a capa y espada, esa independencia que, entre muchos otros a lo largo de nuestra historia, nos ha permitido programar un ciclo sobre la megaminería bajo el gobierno de Mujica, otro sobre la importancia del agua como recurso natural bajo el de Lacalle Pou, de resistir las presiones de Ucrania para retirar las películas rusas del festival de 2022 y los pedidos de cancelación de directores cuestionados -defendiendo nuestra postura histórica contra cualquier censura, con la convicción de que difundir una obra echa luz y prohibir, oscurece- o hace tan solo unas semanas, las presiones internacionales para no estrenar No Other Land. Es la misma independencia de criterio que nos permitió exhibir El caso Padilla en el festival de hace un par de años o la que nos alienta a exhibir un documental sobre el cine de Leni Riefensthal, en este.

Es la misma independencia de Manuel Martínez Carril cuando preservó películas prohibidas, poniendo en riesgo su propia vida y que ha logrado que, por ejemplo, hoy la copia de Los traidores –qué título más descriptivo de la indecencia imperante– una rara copia 35mm del film de Raymundo Gleyzer, director detenido-desaparecido en Argentina, que conserva la Cinemateca, con escenas desconocidas, esté siendo digitalizada en Donosti.

Defenderemos, además, nuestro compromiso con la preservación del patrimonio, con la formación de espectadores, con un cine de valores humanos, arriesgado, amplio y plural, un cine que nos haga salir modificados de la sala, distintos, mejores.

Este festival que se avecina es la apoteosis de todo eso, de todo por lo que la Cinemateca ha peleado durante todos estos años. Y de todo por lo que –no les quepa la menor duda– seguirá peleando.

#FCIU42 20-31 marzo 2024 #FCIU42 20-31 marzo 2024 · #FCIU42 20-31 marzo 2024 ·

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